El desplazamiento forzoso es un problema de todos. Surge a raíz de las guerras internas que tiene el país; aunque esto ocurre constantemente hacemos caso omiso y pareciere que no nos importara la integridad y bienestar de estas personas.
El desplazamiento ha llevado a la sobrepoblación de las grandes ciudades, generando indigencia, inseguridad y muerte, ya que las personas llegan allí solamente con lo que llevan puesto y sin nada pasa subsistir, además, llegan con sus hijos que en la mayoría de los casos son muy pequeños y al no tener otra alternativa, les toca recurrir a la delincuencia e indigencia para no dejarlos morir.
El desplazamiento también hace parte de la lógica de la guerra contrainsurgente, los habitantes de zonas campesinas son obligados a dejar su tierra para ser sustituidos por miembros de grupos paramilitares y de individuos simpatizantes de las mismas fuerzas armadas, como un mecanismo de re-poblamiento que por demás tiene una utilización común en el conflicto armado.
Aunque el gobierno cuenta con planes de ayuda al desplazado, el número de personas que dichos programas de apoyo atienden no dan abasto, dejando aproximadamente un 65% de la población afectada sin ningún recurso y apoyo.
Consideramos que el gobierno debería ampliar el cubrimiento de esa ayuda humanitaria y reestructurarla, haciendo énfasis y tomando como punto de partida la reintegración del desplazado al campo, ofreciéndole garantías y seguridad, además de un apoyo que le permita reiniciar su vida productiva.
Como colombianos y como afectados directa o indirectamente de este problema social, estamos en la obligación de ofrecer ayuda el desplazado, ya sea orientándolo o contribuyendo a su reintegración con una vida digna.
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